26 de mayo de 2011

AVE (QUETZALTOTOLLI)


Ayer un ave gris entró en mi casa.
Ave que vuela cuando es necesario, aves debiéramos ser.
Vino cansada a morir en manos de hombres,
a dar su último canto con el gaznate jodido,
el más doliente y hermoso canto que en silencio llevaba batalla contra silencio.
Bebió con dulzura, añoró el viento entretejido que trae gloria y desgracia y decidió morir en honor a la vida.
Morir en honor a la vida deberíamos.
Avecilla que teñimos con matices de smog,
en el pincel polución mezclada con desdén;
la teñimos cual pintores de nuestro propio destino
de ausencia con radiación,
de prisa, de alter ego, de retraso, de pestilencia.
Avecilla que nos ve tragar las frutas y verduras que nos recomiendan en la tele
 y comemos sin saber lo que es el sudor de la pizca,
el ardor del sol del mediodía arando la tierra,
de manos de niños transpirando las huidas de sus padres al los Unites.
Que nacen de las semillas del transgénico porvenir, de las riegas fétidas.
Ave que teñimos de nuestras esencias de laboratorio,
con etiqueta, con la creatividad y el esfuerzo de nuestras artesanías chinas.
Ave que con todo eso vino a morir en manos del hombre,
que vino a cantar su tierna canción.
Y dejó una tumbita más en el terregal de mi corazón.
Que siga ardiendo su canto , que siga ardiendo el copal.


Foto: Luis C. Tejo

(Desde lo más profundo de mi tristeza, brotan flores de colores, de mi alegría nace dolor ¿qué pasa con esas definiciones psicológicas que tanto odio?)