9 de noviembre de 2012

Día -34 para hallar algo

(Sin acentos)

Te busque algunos dias en ese mismo lugar pero perdi la oportunidad de ser arollada por tus frios deseos. Vi mi indiferencia amenazada por un golpeteo acelerado en mi corazon, tal vez por eso escape  del enigma que es para los humanos tu presencia, a veces repudiada y otras tantas anhelada por quienes te ultrajan para estar en tu vientre endurecido, con una soga en el cuello, un reloj de arena en la sien o un veneno de lamentos.
- ¿Esta ocupada esta silla? Se escucha una voz grave que me trae de vuelta.
- ¿Ahora te vistes de hombre para engañarme?
El sujeto con atuendo negro se me queda mirando como si comprendiera la razon de mi pregunta, a lo que responde:
-Si, ahora me pongo piel de hombre para ver si asi en verdad me quieres ¿Esta ocupada esta silla? Vuelve a preguntar.
-Puedes llevartela, pero rapido porque tu presencia me pone de mal humor.
-Tomare eso como una invitacion a sentarme. Se arregla el largo abrigo de cuero y se pone comodo en la butaca; saca de su bolso una cajetilla y un encendedor, estirando la mano para ofrecerme un cigarrillo. Su arrogancia me enfada pero la verdad habia olvidado mis 'faros', asi que por primera vez en muchos años acepto un ofrecimiento de alguien que me 'repatea' el higado. El hombre llama al mesero, le pide un par de cervezas y un poco de limones.
- Esta puede ser una noche maravillosa, las estrellas, los edificios y la luna son testigos del encuentro entre una bella dama y un caballero...
Continua diciendo una serie de cosas, pero pienso aceptar unos alcoholes gratis, fingir que voy la baño y desaparecer; debido a que solo tengo cien pesos para otras cuatro cervezas, puedo ahorrarmelos para el taxi; ademas su voz me entume el cuerpo, el chico espanta a otros peores y su exquisito perfume no me marea como la mayoria.
Con el paso de las cervezas se le quita lo 'caballero' y salen las historias de exnovias, dolores y utopias. Me asomo por el barandal que da a la calle, veo el andar de la gente, volteo a verlo, miro en su rostro el mio hablando de sus tristezas, el si puede hacerlo, en medio de su cabello se remonta a algo, exterioriza un fragmento de esa memoria emotiva, añeja, luminosa. Lo juzgue mal.
Toco su hombro con suavidad, le dejo cien pesos en la mesa y le agradezco su compañia pidiendole que por favor teja con hilares una vida larga y libre. No puedo ser mala aunque quiera.
Me voy caminando hasta el umbral de los sueños.
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Final alterno:
Me asomo por el barandal que da a la calle, veo a la jodida gente igual que yo andar como hormigas mecanizadas. Volteo a verlo, le digo que deberia lanzarse por la azotea, pues el es el culpable de sus dolores ridiculos. Me mira, aprieta la quijada y los ojos se le ponen rojizos.
Le doy la espalda y me marcho sin dar explicaciones.
Los diarios hablan muy a menudo de tipos 'no identificados' que se avientan de azoteas por razones desconocidas  malos consejeros, soledades, deudas, amores, psicologos psicopatas, que se yo.