1 de febrero de 2009

ALIENTO



Uno, tal vez dos. Incierta es la mente del hombre, animal renegado, hijo consentido de la tierra y el amor.
Desdicha, arrebato de la dicha ¿por quién? Por la impertinencia misma del tan aclamado hombre, del que se ha otorgado a si mismo la autoría de todo. La aurora intangible de las alas tan del águila no tiene derechos de autor.
Los secretos de los cerros no tienen lenguaje, la lechuza de la noche también siente a los astros refugiarse en las pupilas.
Tiempo, uno e infinito a la vez, latir de todos y de ninguno. Verdad, imparcialidad perpetua. Mentira, invento del hombre.
Término, inicio de todo. Música parto interminable, fecundidad del todo.
Zapatillas, Santa inquisición gritos que no acaban, sangre respirada y exhalada. Don Sóstenes, dulces amargos como el recuerdo. Jardín muerto, flores que sobreviven de manos sepultadas. Teposán el rocío de la infancia.
Manos secas, luna siempre. Jugar en la arena. Voces de las tormentas. Miedo. Soledad en compañía. El abuelo.
¿Tienes cigarros? Lobos y sus viejos discursos. Cuentos añejos, historias como telarañas en el techo, que relata, que tiene caminos hondos e impalpables.
Ojos que mienten y les crees. Lo sabes, lo pagas sin monedas en los bolsillos. Pagas algo que no quieres comprar. Un peso de chicles, un peso de marihuana, de cocaína.
Manos pegajosas, algodón de azúcar. Mareo, estoy perdido, su cabello. Enredo.
Papel mojado. El fondo. El televisor, créditos. Mamá se ha ido, me voy años adelante. Tú vestido de negro. Flores horribles. Quiero una rosa, quiero la muerte, ja, pero ella no me quiere a mí. Desdeño. Odio sus ojos verdes. Amo el bronce, el amate y al sol.
No al pasar sin despedirse. Faldas cortas. Rodillas raspadas. El danzar de los ancianos en el espacio ajeno y el tiempo ideal.
Ataúd gris que no elegí. Olor a cáncer. Las discusiones de las arañas. Tengo sueño.

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