25 de octubre de 2011

Buscando viejas palabras de baúles


Andaba por ay en el mercado huyendo de los bolsazos y las marchantas gruñonas como yo, sudando por la desesperación de llegar a concluir mis labores de triple personalidad diaria. 

Quería poner fin a los albures de los vendedores: 

-Deme dos kilos de (pienso cómo escabullir el albur inminente...banana, de esos, rayos  mi lenta mete se da por vencida)...  plátano.

- De este  de acá abajo está bueno, responde el canalla vendedor con una sonrisa burlona   mientras guiña el ojo (señalando los frutos que pendían en la parte inferior del puesto).

-Demonios pienso refunfuñando, si le contesto me ensarto. (pendeja pienso, hasta en mi pensamiento me ensarté), me quedo huyendo de tantos torbellinos mercantiles.

De pronto, un vendedor de manzanas me convence de comprarle, tenía la cara clásica de expertos mareadores de amas de casa y tal vez pelado, aún así sus manzanas (las de a de veras) lucen jugosas y me acerco indiferente a su persona por los enojos anteriores.

 Le pregunto ¿Y son dulces? y me responde: Tan dulces y frescas como el primer amor. De ahí que me habla en metáforas de romance, en aluciones a mundos luminosos de la boca aparentemente de simple vendedor salieron versos que componía en el aire, como los grandes maestros de la poesía.

Me le quedé viendo asombrada, convencida de que en los lugares y las personas disfrazadas de comunes, habitan seres maravillosos de otro tiempo y lugar.

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...Eres mi espejo y por eso te temo tanto. Con todo ese maquillaje y esas joyas baratas encima; con ese perfume empalagoso y esos lunares a seguir como los caminos más abruptos y lejanos. Me recuerdas que yo también sueño. Todas las noches enciendo la televisión y me entrego a lo que sea; a los muslos de Virginia y sus besos de helado de vainilla…pero los tuyos Celia son de cerezas, de fuego que reina, de vicio, parecen el fondo de la última copa de vino, tienen lo frágil de las promesas, lo ancho de los abismos, lo intangible de las alas…tu nombre engloba a lo indecible de tus ojos, los serpenteos de tus senos no tienen término…”- En el marco del local una multitud camina como poseída a sus destinos ciertos, Heriberto sale de su letargo porque una voz molesta le sacude los oídos “¡Qué onda mi may! ¿Y esa carita? ¿Quién se le apareció, la virgen María?...” “Nada carnal es que… bueno…” “-uy uy uy wey a ver si ya dejas de chupar tanto mira esa cara, ya te pareces a tu compadre Domingo, ustedes muy de estudiosos, mucha escuela y la fregada y nada que se les vea, puros borrachos incomprendidos y esos si, casi no se juntan con los ignorantes como nosotros…” “Cállate wey, si todo el tiempo te tengo que ver la jeta de pendejo que tienes, ya ves, no me queda más que soportarte…” “Chale, pues por eso no te enteras, ¿qué crees? Pus por ay andan diciendo que…” 

(Fragmento de "Los dolores de Alejandro")


3 comentarios:

*Gaby* dijo...

No cabe duda, tus letras hacen que sienta esa capacidad de asombro que a veces guardo tan bien que es difícil recordar dónde la dejé... Gracias amiga por darle vida y color a este mundo que a veces parece grisáceo e inmóvil...

Saludos y mucha buena vibra!!!! =D

Ariadna Lira dijo...

Mi preciosa Gaby, al contrario, muchas gracias a ti porque sigues conmigo, tú eres de esos colores de la vida amiga.
Y por cierto ahora que regreses de viaje pongamos colores
extra-vagantes con unos pulques(tenía que decirlo caray). Abrazos.

Leo dijo...

muy bueno, no dejes que estas palabras se queden en baúles...